Aspecto amenazante a la entrada del Jardín de la Isla. Aranjuez. Madrid |
No es la
primera vez que paseo por los arancetanos Jardines de la Isla en otoño pero si la
primera que lo hago bajo amenaza de lluvia de chubascos ocasionales que me obligarían
a buscar refugio donde apenas hay a no ser debajo de los vetustos árboles que, en
este caso y como como dice el refrán humorístico, “el que a buen árbol se
arrima…… buenas gotas le caen.” Hoy no ha sido el caso. No ha habido “emergencias
climáticas”.
Pero como
no podía ser de otra forma, el entorno inigualable del lugar de asueto real en
su tiempo, ha llegado puntual a su colorido otoñal en sus hojas, aún soportadas
en árboles y arbustos. El disfrute colorista está garantizado. Y la importancia
de su época, también: la de los Austrias.
Ninfas de
mármol blanco saludan al visitante –numeroso- a la entrada del Jardín –atravesado
el elegante puente sobre un bien planeado ramal del Tajo- desde donde ya el
color y olor de otoño impregnan los senderos entre cuadrículas de boj y
arboleda que albergan hermosas fuentes con alegorías griegas, todo ello
accesible desde un húmedo y alfombrado camino de colores amarillos y ocres.
No debo
explicar más. Las fotografías lo pueden hacer mejor. Vuestras son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario