"Ahora digo -dijo a esta sazón don Quijote- que el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho". Miguel de Cervantes.

viernes, 30 de enero de 2015

Imágenes de la dehesa. Invierno



 Mañana de niebla en la dehesa belalcazareña


Algunos días han pasado desde el último paseo por la dehesa belalcazareña, quedando convencido de que es un privilegio vivir cerca de ella y contar con su encanto –encanto invernal en este caso- y teniéndola como un indudable tesoro natural.

La dehesa es un ecosistema netamente mediterráneo, con abundancia de encinas, quejigos, alcornoques, coscojas y bajo matorral en el que, junto a aulagas, jaras, retamas y romero y otras plantas autóctonas, crece una flora genuina y acoge a una diversidad faunística que la caracteriza de forma inequívoca.

La dehesa en invierno registra una actividad que la conforman sus “habitantes” –algunos ocasionales- que requieren de ella la bellota como base de su alimentación natural y que es facilitada por las citadas encinas y quejigos que la pueblan. Este periodo alimenticio es el denominado “montanera” para el caso de los cerdos.

Y cómo no, territorio de acogida de grullas –con atronador trompeteo y hermosa silueta- en el que temporalmente descansan y se protegen en estos parajes con sus temperaturas benignas y sustento cómodo y abundante, protagonizado también por la bellota. Ganado lanar y vacuno –estos de ocupación continuada del territorio- la pueblan de forma extensiva.

Nieblas, escarchas, grullas posadas y en vuelo – alterado por las aproximadas evoluciones en altura de algún buitre leonado- son imágenes obtenidas a prontas horas de la mañana en este paseo por la dehesa belalcazareña. Completan el conjunto las tomadas al atardecer y próximas a los ciervos – expectantes de mis intentos de pasar desapercibido- con la luz rasante que ya disminuía su temperatura y color y son el resumen del citado encanto y privilegio de su cercano contacto.
 




























viernes, 23 de enero de 2015

Museo Nacional de Escultura. Valladolid

 Detalle de la fachada del Museo Nacional de Escultura. Valladolid

 

Aceptando la petición del amigo Antonio Banús, preparo y comparto esta entrada para el conocimiento y disfrute de algunas de las obras religiosas en madera policromada (siglos XIII a XVIII) que alberga el actual Museo Nacional de Escultura de Valladolid, ubicado en un histórico edificio de gran valor como es el antiguo Colegio de San Gregorio con fachada gótico-flamígero y plateresco.

Toda la colección destaca por su calidad artística y técnica e impacto emocional de las imágenes de temática sagrada, generalmente tallas en madera policromadas de figuras exentas o aisladas, en relieve y retablos, todas ellas de referencia hacia grandes maestros castellanos de los siglos XVI al XVIII como Berruguete, Juan de Juni, Pompeo Leoni y Gregorio Fernández, entre otros.

Sin olvidar otras obras y autores para entradas posteriores, destacaré ahora las que en primera visita en octubre de 2009, me impresionaron por su realismo y cuyo conjunto componen la Edad de Oro de la escultura en España.

Con una última imagen de una de las salas del museo –con también interesantes tallas, dejo la siguiente colección fotográfica de la visita citada.



 Retablo Mayor de San Benito El Real.

 Retablo. Berruguete.

 Santo Entierro. Juan de Juni.  >1540. Madera policromada.

Detalles del Santo Entierro.








San Antonio de Padua. Juan de Juni. >1560. Madera policromada

 Detalle de Calvario. Juan de Juni. >1556-1557. Madera policromada .

 San Pedro en Cátedra. Gregorio Fernández. >1650. Madera policromada.


 Detalle de Bautismo de Cristo. Gregorio Fernández. 1624-1628. Relieve en madera policromada.

 Santa Teresa de Jesús. Gregorio Fernández. >1625. Madera policromada.


 Cabeza de San Pedro. Juan Alonso Villabrille y Ron. 1707. Madera policromada, asta y vidrio.



Vista general de una sala.