"Ahora digo -dijo a esta sazón don Quijote- que el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho". Miguel de Cervantes.

martes, 28 de octubre de 2014

Otoño en La Jarosa



Mis limitaciones para caminar sobre suelo de firme heterogéneo y desnivelado hacen difícil en muchos casos, mantener el equilibrio cámara en mano y apoyo en la otra.



Las imágenes que a continuación expongo quedan reducidas a un mismo entorno y giro de 360º sobre él, pero desde el que se alcanza una panorámica y horizonte en el que destacan los ya consolidados colores otoñales de la formación arbórea del ecosistema de esta parte de la Sierra Norte de Madrid como es la zona del embalse de la Jarosa, rodeado de extensos pinares y praderas junto a sus orillas.



Las diversas especies de pinos –según la altitud- junto a fresnos y robles melojos dan vistosidad y colorido a la zona, entremezclados con el matorral compuesto de jara, romero, tomillo, helechos, zarzamora y el asociado al ecosistema acuático.



Las imágenes. Disfrutad con ellas.


 

















sábado, 25 de octubre de 2014

El Cristo yacente, de Gregorio Fernández

"Cristo yacente". Barroco siglo XVII. Gregorio Fernández (1576-1636). Museo Nacional de Escultura de Valladolid.


Alguna vez he escrito que en tiempos del añorado “bachillerato”, allá por los mediados años de los sesenta, la Historia del Arte –de sexto y reválida se decía- era la asignatura con la que se iniciaba a observar la belleza –en el amplio sentido de la palabra- desde el origen de la misma y secuenciada a través de los tiempos en sus diversas concepciones o estilos.

La belleza escultórica siempre me ha atraído en sus múltiples facetas y desde aquellos inicios, estudiado el momento barroco, este “Cristo yacente” del gallego Gregorio Fernández que hace unos días visité –como dicen en mi pueblo, “a propio intento”, pues ya en estas mismas fechas del año 2009, lo hice pero la obra se encontraba expuesta en Londres.

“El Cristo yacente”, talla en madera policromada, con unas dimensiones de 46 x 74 x191 cms es un referente de la imaginería religiosa española. Está expuesta en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, y su visión ha sido uno de los anhelos cumplidos desde aquellos años.

Cumplido este, y sin entrar en otras consideraciones, solo me queda compartir estas imágenes de expresivos detalles y desde aquí, agradecer la amabilidad y atención recibida por parte del personal del museo que me permitieron un satisfactorio y cómodo recorrido de sus salas. Gracias.














miércoles, 22 de octubre de 2014

Otoño en Campo Grande

Junto a la entrada lateral de Campo Grande. Valladolid
 Unos días han faltado para el tiempo de cinco años trascurridos desde la primera visita a Valladolid, su Campo Grande y su Museo Nacional de Escultura en el Colegio San Gregorio, motivo éste último de esta segunda visita. El recorrido por el pucelano Campo Grande se ha revivido con nostalgia. Ya cinco años, pero sigue siendo hermoso, con su longevo arbolado, sus claroscuros espacios de temprana hora, senderos casi solitarios, multicolor follaje otoñal, largos y pintorescos asientos de estructura rural, diversas plazas y fuentes de las que destacan el motivo de su denominación – del Cisne, de la Fama, etc.-y el acompañamiento floral que las envuelve, encanto quebrado por el poco afortunado grito del pavo real, numeroso y cercano y en alguna ocasión, sorpresivo, desde la elevada posición de un vigoroso árbol, poniendo en guardia al paseante, pero seguidamente tranquilizado bajo la ahora muy colorista parra salvaje de la pérgola en cuyo centro se ubica la citada Fuente del Cisne.



“Volveré”, terminé diciéndole el 29 de octubre de 2009 al perseverante fotógrafo que, parsimonioso como no puede ser de otra manera, se afanaba con rostro oculto junto a la “máquina de retratar” en captar mi salida de Campo Grande. He vuelto, pero aún no ha “revelado” la foto. Espero. Y ved las fotos de hoy. Bellas, en verdad.