Antonio José Cavanilles,
a finales del siglo XVIII, siendo director de éste recinto, las cultivó dándole
el nombre en honor de Andreas Dahl, discípulo y amigo. Hoy disponemos para su
contemplación y deleite, decenas de ellas.
Dos versos y sus
reproducciones fotográficas. Sin nombre, solo su belleza
Hermosa flor
de la dalia que aún sin despedir olor,
causas
placer al sentido por tu belleza y color.
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