En la Sierra de Guadarrama, junto al embalse de Santillana y sobre una ermita románica-mudéjar del siglo XIII, se erige el palacio-fortaleza de los Mendoza, conocida y bien conservada muestra de arquitectura militar castellana del siglo XV, ubicada en el madrileño y serrano pueblo de Manzanares El Real.
Se comienza su construcción en 1475 a la orden de don Diego Hurtado de Mendoza - primer Duque del Infantado e hijo de don Íñigo López de Mendoza, Conde del Real de Manzanares- y la intervención del arquitecto Juan Guas, de origen francés.
De planta cuadrada, con cubos cilíndricos adosados a sus esquinas, sobresale la torre del Homenaje, poligonal, y otras tres en sus vértices, todas ellas adornadas con bolas genuinas del estilo isabelino. En su ángulo suroeste, hay un ábside, de planta rectangular, de origen eclesial antiguo.
En su centro, un patio porticado y dos galerías –alta y baja- cubiertas sobre columnas octogonales y arcos carpanel- siendo la superior, gótica y de bella factura. Las salas que confluyen en él están destinadas a diversos usos como, biblioteca, conferencias y exposiciones, congresos y actividades de promoción. Mantiene una interesante colección de tapices flamencos –sobre cartones de Rubens- del siglo XVII y expuestas armaduras y mobiliario de la época.
El conjunto presenta una circundante barbacana con saeteras con bajo relieves de la Cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén, título que ostentó el consejero de los Reyes Católicos, y un adarve meridional con galería flamígera con un antepecho con decoración de puntas de diamante.
Con restauraciones en los años de 1915 y la década de los 60, es monumento histórico artístico desde 1931, y en él se firmó el Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid en 1983. Sigue perteneciendo al Duque del Infantado.
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