JARDINES DEL BUEN RETIRO DE MADRID
En una mañana aparentemente fría, he paseado por los Jardines del Buen Retiro, emblemático jardín en el corazón de Madrid, lugar de encuentro y de actividad social de dinámica vitalidad a cargo de músicos, pintores, títeres, guiñoles y el ir y venir de cientos de personas de edades y orígenes diversos.
Caminar, pasear sin prisas, pausadamente -en mi caso no puede ser de otra manera- era mi intención cuando llegaba a la Puerta de la Independencia, adentrarme por las terrizas sendas y disfrutar del silencio multicolor de su tranquila arboleda, ahora ya de tonos ocres, ofreciendo gran belleza visual. Y así ha sido. Recorrido aislado del bullicio por entre sombras y rayos luminosos de un sol que atravesaba las despobladas ramas e iluminaba la caduca hoja, aún resistente.
Al final del paseo, encontré lo que en principio fue el motivo de mi paseo, el Bosque del Recuerdo, de silencio triste que recuerda, de un 11-M, del año 2004, la sinrazón del asesinato de 192 personas, representadas a hora por cipreses y olivos, en ese número, plantados en un suave montecillo preparado al efecto. El paseo circular en su cima, se presta, obliga a la reflexión y búsqueda de un porqué.
Dejo, como siempre documento gráfico del paseo que, fue extenso en el tiempo, pero corto en el recorrido. Y queda agradecer la compañía de Maria José.
Caminar, pasear sin prisas, pausadamente -en mi caso no puede ser de otra manera- era mi intención cuando llegaba a la Puerta de la Independencia, adentrarme por las terrizas sendas y disfrutar del silencio multicolor de su tranquila arboleda, ahora ya de tonos ocres, ofreciendo gran belleza visual. Y así ha sido. Recorrido aislado del bullicio por entre sombras y rayos luminosos de un sol que atravesaba las despobladas ramas e iluminaba la caduca hoja, aún resistente.
Al final del paseo, encontré lo que en principio fue el motivo de mi paseo, el Bosque del Recuerdo, de silencio triste que recuerda, de un 11-M, del año 2004, la sinrazón del asesinato de 192 personas, representadas a hora por cipreses y olivos, en ese número, plantados en un suave montecillo preparado al efecto. El paseo circular en su cima, se presta, obliga a la reflexión y búsqueda de un porqué.
Dejo, como siempre documento gráfico del paseo que, fue extenso en el tiempo, pero corto en el recorrido. Y queda agradecer la compañía de Maria José.
1 comentario:
muy bonitas fotos, me gustaron mucho
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