Valle del Lozoya. Madrid.
En esta salida, buscando también el color del otoño, y viendo nacer el sol, ya estaba situado en la Silla de Felipe II, fotografiaba el amanecer en los montes del Escorial y era el inicio de un ilusionado recorrido por la sierra norte de Madrid que debería acercarme a lugares y paisajes de gran belleza como las coloridas alamedas ribereñas del río Lozoya con la ocasional visión de alguna trucha, la tranquilidad visible del ganado suelto en los pastizales y dehesas de sus orillas, fuentes de fresca agua, o parajes agrestes con granito ya erosionado por las inclemencias del tiempo, con abundancia de bosques de frondosos, ahora ya de coloreados robles, pino silvestre, fresno y servales, humedecidos por riachuelos con piedras pulimentadas y resbaladizas.
El recorrido –uno de cuyos motivos fundamentales era fotografiar las setas y hongos del otoño y captar, como digo, la explosión colorista del otoño-, lo iniciamos con abundante nubosidad y presagiando lluvia -que mas tarde la hubo a intervalos-, y se ofreció acorde con la época otoñal en la visión del contraste de las hojas amarillas y ocres ya caídas, que mezcladas con el verde, desprendían “olor a bosque”.
De la segura variedad de fauna, apreciamos solo algún buitre –negro o leonado- sobrevolando el bosque en silencioso y explorador vuelo y el repicotear del pájaro carpintero que parecía llamar la atención del visitante.
Disfrutamos del natural espectáculo ambiental, pero el de las setas de atractivos colores y llamativas formas, ese, no fue posible. Solo las muy próximas al camino, de silueta simple y colorido apagado, se dejaron ver, para el resto, su búsqueda y localización ya no me está permitido.
El recorrido –uno de cuyos motivos fundamentales era fotografiar las setas y hongos del otoño y captar, como digo, la explosión colorista del otoño-, lo iniciamos con abundante nubosidad y presagiando lluvia -que mas tarde la hubo a intervalos-, y se ofreció acorde con la época otoñal en la visión del contraste de las hojas amarillas y ocres ya caídas, que mezcladas con el verde, desprendían “olor a bosque”.
De la segura variedad de fauna, apreciamos solo algún buitre –negro o leonado- sobrevolando el bosque en silencioso y explorador vuelo y el repicotear del pájaro carpintero que parecía llamar la atención del visitante.
Disfrutamos del natural espectáculo ambiental, pero el de las setas de atractivos colores y llamativas formas, ese, no fue posible. Solo las muy próximas al camino, de silueta simple y colorido apagado, se dejaron ver, para el resto, su búsqueda y localización ya no me está permitido.
Amanecer desde la Silla de Felipe II. San Lorenzo del Escorial.
Amaneciendo en San Lorenzo del Escorial y el monasterio.
Otro momento del amanecer.
Madroños.
Madroños maduros.
De El Escorial a Rascafría.
De El Escorial a Rascafría.
Área de descanso en la M-604.
Área de descanso en la M-604.
Vista parcial del embalse de Pinilla del Valle.
Otra vista del mismo embalse.
Seta otoñal en el arboreto "Giner de los Ríos". Rascafría.
Hongos otoñales en apartadero junto Valdesquí.
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