Hoy traigo a colación dos
de los que llamaré “indicadores de proximidad” como el acebo y el madroño.
Ambos, cargados de significado, forman un tándem botánico indisoluble en estas
fechas para señalarnos –al menos en nuestras latitudes- la proximidad de la
festividad navideña.
El primero, el acebo,
de hoja verde brillante y rígida, con contorno espinado y sus frutos rojos
redondeados y venenosos, es anunciador de la llegada de los tiempos fríos y se
ha hecho de irresistible utilización para la diversa decoración navideña. Es de
amplio historial en buenos augurios y mágicas connotaciones emblemáticas milenarias.
El segundo indicador,
el madroño, árbol de hoja perenne parecida a la del laurel pero con borde
aserrado, florece en otoño –flores blancas- y sus frutos comestibles son bayas
globosas y granuladas con un proceso de coloración del verde al inicio,
amarillo y rojo en su maduración. No siempre fue frecuente su encuentro en la
ciudad madrileña, pero si desde hace ya algunos años fue reseñado en el escudo
capitalino junto al rampante oso que lo acompaña.
1 comentario:
Genial. Me ha parecido perfecto.
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