Generalmente soy parco
en palabras y en las entradas de mi blog, de reducido texto. Dejaré pues mis escasas
palabras al texto de hoy para que la expresión de mis sentimientos acerca de la
belleza del patio cordobés quede a cargo de ellos, con sus enjalbegadas paredes,
sus ventanas y rejas de tupida floración de mayo, el frescor del agua que se
oculta tras el grueso brocal y la íntima conversación vecinal amistosa al pie
de la tranquilidad.
Que la yedra mezclada
con limonero, las buganvillas de vivos colores, el arco iris de geranios, las simpáticas
gitanillas, el sempiterno clavel, la enamoradiza rosas, el oloroso jazmín al atardecer,
la azucena y el conjunto de otras, formen el conjuro de la belleza de estos
reducidos paraísos cordobeses. Sea por ellos, si las fotografías lo atestiguan.
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