Un rincón del Jardín
Botánico madrileño que, aunque no lo visito siempre, si requiere atención por
su contenido específico. Es el invernadero tropical Santiago Castroviejo.
De fácil localización
en un lateral del recinto botánico por su arquitectura en acero, diseño y
tecnología, alberga tres partes con climas diferenciados, idóneos cada uno para
la conservación de plantas de clima desértico, subtropical y tropical. En el
primero, el desértico, con temperatura y humedad adecuadas, he reparado en esta
ocasión en una especie de “piedras” o “plantas vivas/plantas piedra” de curioso
aspecto. Su nombre es lithops -del griego, "lithos" (piedra) y
"ops" (forma), y pertenecen al género de plantas suculentas. Están
formadas por dos gruesas hojas de colores verdes, rosas y violetas, incluso
manchadas, separadas por una fisura de la que en otoño aparecerá una sola flor de
color blanco o amarillo en forma de margarita y de mayor tamaño que el cuerpo
de la planta.
Estaré atento a esa –y
otras floraciones- de las que estoy curiosamente interesado.
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