Hace unas horas nos ha
llegado de nuevo el otoño, el otoño astronómico, pues el otoño meteorológico ya
lo hizo el 31 de agosto. Pensando en este hito de cambio del ciclo anual, la
visita al Jardín Botánico ha permitido constatar este inminente cambio a través
su mejor mensaje, la señal cromática que ya comienza a apoderarse del verdor
veraniego que tanta sombra y frescor nos proporcionó en tantos paseos bajo su
cobijo y que ya apuntan a amarillos y naranjas, rojos intensos o marrones cálidos
en sus hojas próximas a desnudar las copas de los árboles, arbustos y plantas,
cuyas hojas y flores, ya iniciado el deterioro de su brillantez, aún son
recorridas –en su afán de libar- por nerviosas y zigzagueantes abejas y
abejorros y agilísimas e inquietas mariposas, sabedoras de su escaso tiempo
vital aprovechando los últimos rayos vespertinos que, incidiendo en ellas, las
hacen puntos de su atención.
Reflejado queda este
inicial cambio –vendrán otros también atrayentes- en la serie fotográfica que
sigue, de la cual, las tres últimas y en ese orden, son los últimos y
amortiguados destellos de un sol que ya remite y da paso al otoñal paisaje. Buen Otoño.
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