A buena primera hora
de la mañana nos acercábamos ya a un lugar de belleza singular donde el paisaje
natural se ofrece casi mágico y sorprendente, encajado entre cañones de paredes
escabrosas, refugio de la vida animal que lo habita. Territorio recóndito pero
conocido por el hombre desde los primero tiempos, en el que dejó la huella de
sus asentamientos en cuevas y oquedades de sus farallones, reservados ahora
para sus indudables protagonistas: los buitres. San Frutos también lo fue,
habitando por el lugar de lo que ahora es un monasterio abandonado y aislado.
Las Hoces del río
Duratón, cercanas a la segoviana población de Sepúlveda, e incluidas en una
gran llanura despoblada, prestan a esta un marco de naturaleza sorprendente con
profundos y serpenteantes meandros, excavados casi en vertical que sombrean sus
aguas y propician un hermoso bosque. Sin duda, las Hoces del Duratón son dignas
de ser visitadas
Disfrutad de estas
imágenes. Y puedo asegurar que no hacen justicia de lo original.
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