Buscando pasar una mañana en la naturaleza – ahora con brillantes paisajes, colores y olores- he recorrido parte del valle del Lozoya junto a extensas masas forestales de robles, pinos y fresnos y en algunos puntos, un fresco prado junto al murmullo tranquilizador del rio Lozoya.
No pudiendo adentrarme por los senderos que de la misma carretera parten prometiendo bucólicos paisajes, prácticamente a pie de aparcamiento, he disfrutado, sin desplazarme demasiado, de las imágenes que proporciona el paso del Lozoya por el casco urbano de Rascafria y más adelante, de un especial ecosistema de gran riqueza de especies arbóreas y arbustivas –atractivo en estas fechas- como lo es el arboreto de Giner de los Ríos y a escasa distancia el Puente del Perdón.
Las prisas del regreso arruinaron el buen sabor de lo visto. Pero quedaron estas imágenes.
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