Después de una
obligada crisis médico-quirúrgica ya tocaba volver a disfrutar de la fotografía
y de la Naturaleza, ya casi a otoño vencido y que mejor que hacerlo en el
paraje arancetano de las proximidades palaciegas de la monumental Aranjuez,
destino fotográfico amable, cómodo y habitual en cualquier estación.
A alguna distancia del
Real Sitio –otrora retiro monárquico de la época- ya se vislumbran en un
horizonte despejado e inusual, algunos de los globos aerostáticos que días posteriores
participaran en la XVIII edición de la Copa del Rey de Aerostación y desde los
que la perspectiva a doscientos metros de altura será fantástica sobre los
campos ribereños –tapiz de ocres, verdes y rojizos- y su real centro histórico.
En puntos aleatorios, enfoco las recortadas, nítidas y coloristas siluetas que
lentamente se desplazan sin más ruido que el producido por el quemador que los
mantiene arriba. Tranquilidad y paz será obligada sensación a esa altura.
Combinando el paisaje
otoñal del momento con el objeto de la visita –los llamativos globos
aerostáticos- he conformado esta entrada que me ha producido satisfacción y
sobretodo la continuidad fotográfica interrumpida por el menester citado. Lo
dejo aquí, prefiero que disfrutéis y participéis del material recogido “a
distancia” pues aún es pronto para otras complejidades y acercamientos.
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