Monumento a Mariano Lagasca. Real Jardín Botánico. Madrid |
En los
paseos por el Botánico madrileño, a poco que te fijes en las flores, diminutas
o no, de color apagado o intenso, de olor agradable o de olor inexistente, en
grupo o aisladas, en una gran mayoría, la flor observada, soporta los embates
breves y continuados de la más extensa diversidad de insectos que atraídos por sus
características, le extraen el dulce néctar de la base de los estambres y al
mismo tiempo –con su débil contacto- depositan el polen porteado ya de otra
flor ya “revisada” consiguiendo un ciclo continuo de polinización entre las
flores, beneficioso tanto para la flor como para el insecto. Es una relación de
desarrollo vital natural.
1 comentario:
Fantastico. Exposicion sencilla y foos geniales, algunas de las cuales se donde las has hecho. Un abrazo
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