Claustro de la catedral de Santa María de la Huerta. Tarazona. Zaragoza |
El bello
patio interior del claustro mudéjar de la catedral de Santa María de la Huerta,
de Tarazona -al cual se asoma el magnífico cimborrio para admirar las variadas
celosías de yeso que cierran sus amplios vanos- tiene enclaustradas y nunca
mejor expresado, unas florecillas, sencillas y modestas que, a modo de césped
descuidado, colaboran con la belleza del conjunto de arcos de medio punto que
con sus celosías, proporcionan un entramado de sombras y luces a los corredores
circundantes del interior. El pozo –proveedor de agua fresca- y alto el ciprés que
simboliza la rectitud y la búsqueda de la luz en estos sombríos recintos, son
los únicos elementos que perduran de un cuidado jardín anterior.
Dejo,
como dije, estas florecillas que, a poco que las observes, agradecen ser
tenidas en cuenta.
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