Otro de los objetivos ampliamente esperado era el de esta visita a una laguna que, desde allá los años del bachillerato, ansiaba ver. Aún recuerdo…Laguna de Gallocanta.
Madrugando, el viaje
proporcionó imágenes singulares. Un primer resplandor rosáceo que casi ocultaba
una espesa niebla y el llanto de lo que fue fortaleza ahora ignorada. Siguió un
intenso rojizo del que destacó el disco solar recién nacido del horizonte y ya
permitió ir reconociendo camino, paisajes y siluetas. La persistencia de la
acuosa y fría niebla a lo largo del recorrido presagiaba una merma en la
disponibilidad fotográfica de nuestro objetivo, la grulla. Pronto, próximas, se
dejaron “captar” para nuestra delicia. Después, habría más al alcance de la
óptica fotográfica. El disfrute se aseguró.
Gallocanta y su laguna
del mismo nombre –en la zaragozana comarca de Daroca- es un entorno de
indudable valor ornitológico y medioambiental. De gran riqueza en especies
acuáticas, destaca la de su concentración de grullas cada invierno. Más de
100.000 dicen las “crónicas”. A más de 1.000 m de altura se convierte en parada
de las aves migratorias y dada su dimensión paisajista, ofrece un excepcional
espectáculo visual.
Y así fue. Espectáculo
visual intenso. Interés e intuición en la captura fotográfica de las grullas-protagonistas
consiguieron que esta entrada que comparto, satisficiera plenamente la idea inicial
de su visita. Espero volver.
Y como siempre, las fotografías.
1 comentario:
Muy buenas fotos Luis, precioso el paisaje con la niebla y las grullas, por supuesto. Sin duda, mereció la pena el madrugón.
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