Durante mis paseos veraniegos de este año en zonas costeras, he tenido múltiples ocasiones de fotografiar una planta -¿o una flor?- como la buganvilla que, sin duda representa el clima mediterráneo, su paisaje y su seña de identidad, siempre adornando blancos muros, jardines, balcones y pérgolas con sus llamativos colores, mezclados entre las hojas verdes oscuras de sus ramajes trepadores, que en un hipotético conjunto, formarían una paleta de colores, pues su variedad permite este símil. A pleno sol, en penumbra, a contraluz, lucen igual.
Ved algunas tomas, cuyos colores van del “sangre de toro”, naranja, amarillo o el rosa pálido de las brácteas que rodean la verdadera flor, blanca y diminuta que se puede observar entre ellas.
Aquí, un modesto homenaje a esta sencilla flor ¿o planta? que me ha acompañado generosamente en mis paseos solitarios y callados.
1 comentario:
No te digo nada, como siempre fenomenal. Un abrazo
Antonio
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