En septiembre, cuando el otoño inicia ya su andadura y van dorando los robles y abedules, aparecen con todo su esplendor, las bayas silvestres de las moras, las moras de zarza, delicia campestre y gastronómica que, si las espinas de las enmarañadas ramas del arbusto te lo permiten, puedes saborearlas directamente sin más trámite.
Esta pequeña fruta del bosque con sabor y aroma inconfundible, cuyo color varía según su maduración, podemos encontrarla fácilmente en las orillas de los caminos. Su coloración va del blanco verdoso al púrpura oscuro, de brillo intenso, previo paso por un intermedio color rojo vivo.
1 comentario:
Me ha gustado amigo. La mora maravillosa, rosal primitivo, fruto fantastico para comer sobre la marcha o en mermelada.
Me ha encantado el reportaje.
Estoy en cama con bronquitis
Un abrazo
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