Todos hemos visto plantas ornamentales en jardines y patios que, trepando por sus verjas y paredes, ocultan buena parte de la visión del interior de los mismos. Son muy populares, la madreselva, el jazmín, la hiedra, la parra virgen y otras, todas ellas, en su evolución y desarrollo como trepadoras, optan por la extensión de sus ramas, largas y finas, en busca de la luz que necesitan para sobrevivir. Estas se agarran dónde y cómo pueden.
En el caso que expongo, la glicinia –también planta trepadora caducifolia de crecimiento vigoroso- se “agarra” a la verja como se puede ver, desde ”in illo tempore”, retorciendo y liando, entre los férreos barrotes que protegen un hermoso jardín, sus ya espectaculares ramas, ahora con floración de grandes racimos de flores azul violeta y suave aroma.
Sorpresas te dan los paseos. Esta, en la madrileña Fortuny.
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