En estos días, si bien de aspecto primaveral pero de hecho inmersos en el frío invierno, me apetece recuperar y ofrecer en esta entrada un pasado recorrido por los aristocráticos patios del Palacio de Viana. Su visión fotográfica en estos momentos reconfortará y hará más corta la espera del esplendoroso mayo cordobés.
Sorprendentes son sus doce patios con ajardinamiento diferente y silenciosos, solo rotos por el musical borboteo de las aguas de sus fuentes y sorprendentes son también las plantas y flores que les dan color y aroma. Su recorrido, si es pausado, recogerá detalles inolvidables. Una flor especial, un olor inconfundible, un geométrico suelo enchinado y hasta el humilde surtidor refugiado en el follaje del naranjo y del limonero.
En algún rincón más oculto, junto a lo queda de la Historia, podemos imaginar, detrás de unas sombras, el sonido de una guitarra que desgrana poemas dedicados a Córdoba. Entonces será mayo.
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