Vista del jardín desde la Puerta de Murillo. |
Hace algunos días que
apenas piso la calle, a media mañana ya el calor sofocante me dice que no debo
salir y le hago caso. Respetuoso que es uno. Aunque de vez en cuando infrinjo
el acertado consejo. Hoy ha sido uno de esos días rebeldes. He salido. Y cómo
no, al Botánico madrileño, lugar encantador y mágico si te gusta recorrer sus
borduras en todo tiempo hermosas, sus terrazas florales multicolores según
época y sus sempiternas sombras que ahora alivian al visitante de las
inmisericordes temperaturas veraniegas y generalmente le proporcionan –si es el
caso- sencillos pero hermosos contrastes y contraluces fotográficos.
Años de antigüedad,
alturas, diámetros, características y bondades de sus árboles y plantas, hierbas
y arbustos, rivalizan en el historial de cada uno de ellos y de ellas. Sus
adjuntas cartelas así lo especifican y ponen en nuestro conocimiento. No faltan
toda clase de insectos que polinizan las especies con insistencia y eficacia, mariposas
multicolores y aves voladoras y cantoras que dan continuidad a los ciclos
vitales del reino vegetal.
Sin más detalles, dejo
unas imágenes tomadas en el paseo de hoy -“bajo sombra”- y que componen la
parte gráfica de esta entrada. La última fotografía es del nuevo y
recientemente creado espacio para albergar plantas acuáticas que ya merece su
visita.
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