Junto a la entrada lateral de Campo Grande. Valladolid |
Unos días
han faltado para el tiempo de cinco años trascurridos desde la primera visita a
Valladolid, su Campo Grande y su Museo Nacional de Escultura en el Colegio San
Gregorio, motivo éste último de esta segunda visita. El recorrido por el
pucelano Campo Grande se ha revivido con nostalgia. Ya cinco años, pero sigue
siendo hermoso, con su longevo arbolado, sus claroscuros espacios de temprana hora,
senderos casi solitarios, multicolor follaje otoñal, largos y pintorescos
asientos de estructura rural, diversas plazas y fuentes de las que destacan el motivo
de su denominación – del Cisne, de la Fama, etc.-y el acompañamiento floral que
las envuelve, encanto quebrado por el poco afortunado grito del pavo real, numeroso
y cercano y en alguna ocasión, sorpresivo, desde la elevada posición de un
vigoroso árbol, poniendo en guardia al paseante, pero seguidamente tranquilizado
bajo la ahora muy colorista parra salvaje de la pérgola en cuyo centro se ubica
la citada Fuente del Cisne.
“Volveré”,
terminé diciéndole el 29 de octubre de 2009 al perseverante fotógrafo que,
parsimonioso como no puede ser de otra manera, se afanaba con rostro oculto junto
a la “máquina de retratar” en captar mi salida de Campo Grande. He vuelto, pero
aún no ha “revelado” la foto. Espero. Y ved las fotos de hoy. Bellas, en verdad.
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