Aunque el paseo ha sido a temprana hora, también lo ha sido buscando la sombra aún fresca que deja el amanecer. Los deportistas habituales o de festivo, ya se acercaban y alejaban silenciosamente marcando sus maneras adecuadas a su ritmo. Los perros también hacían ya su tertulia con los conocidos del diario paseo, estos con más alboroto que los primeros. En todo caso el recorrido no ha estaba marcado de antemano sino simplemente lo indicaba la mayor superficie de sombra y en algún caso, el murmullo de agua al descender un escalón de nivel. La lentitud en el avance permite así descubrir detalles y rincones desconocidos. Daré cuenta de ellos.
Cuando el sol ya escalaba grados, prometía temperaturas “altas” y el resto de habituales en el parque iban haciendo acto de presencia -músicos, malabaristas, poetas, pintores y quiromantes, etc- se hizo necesaria la retirada, previo descanso –a la sombra- junto al estanque que también ya reunía a los aficionados al remo.
Dejo las sombras fotográficas del paseo y una flor –aún pendiente de vivir- como saludo a todos los que se acercan a estas líneas.
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