Portadas de la Iglesia de los Dolores y Hospital de San Jacinto |
La Plaza de Capuchinos es –sin ningún género de dudas- el rincón cordobés más recoleto y místico, del que se ha dicho que “jamás en arquitectura se había hecho tanto con menos”. En ella, bajo la atenta mirada de las barrocas portadas de la Iglesia de los Dolores y del desaparecido Hospital de San Jacinto, admiramos el Cristo de los Desagravios y Misericordias, con más rotundidad, el Cristo de los Faroles. Piedra y luz.
Y el tiempo
se ha quedado inerte y blanco,
detenido en
el centro de una plaza
donde un Cristo
de luna entre fanales
agoniza sin tregua
año tras año.
Carlos
Clementson
Ilusionado es el recuerdo
del que esto escribe. Frente a ese Cristo, una noche abrileña allá por los
primeros sesenta, plantó un trípode por primera vez y fotografió –en blanco y
negro- el embrujo del lugar e inició el camino de su naciente afición
fotográfica.
También, igual de
ilusionado por otras razones, es el de la Cuesta del Bailio, escalonada salida
o entrada natural de la anterior, donde la buganvilla y la fuente animan al
paseante.
Cuesta del Bailío |
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