Cementerio Sacramental de San Justo. Madrid |
Ineludible y obligada cita en el periodo otoñal es la del Día de Todos los Santos, y su prolongación al Día de Difuntos. Días para el recuerdo.
En todas las culturas habidas, se rinde especial culto al fenómeno irreversible de la muerte. El cementerio, de fría arquitectura, es el lugar, lúgubre, silencioso y cerrado; las tumbas, el símbolo en piedra de la memoria del difunto; el tiempo, la jornada de visita como homenaje al que dejó el mundo de los vivos. Esta cita o rito funerario se completa con la oración expresa y la ornamentación cromática de las lápidas -en ocasiones de manera extremadamente ostentosa- con coronas y ramos de crisantemos, rosas, margaritas, etc., aportadas por familiares y amigos en señal de no olvido.
Este no es uno de mis lugares favoritos de paseo y fotografía, pero en ocasiones ya lo he hecho –cementerio alemán de Cuacos y cementerio civil de Madrid, Panteón de Hombres Ilustres-, y las preguntas y sensaciones son diversas invitando a la reflexión. Con el debido respeto merecido del lugar, dejo unas fotografías sobre tumbas y detalles, algunos de ellos tenebrosos símbolos de la muerte y criaturas monstruosas. El día, nublado ceniciento y sin sombras acompañó a la visita del madrileño cemnterio Sacramental de San Justo.