Algo más de un año después de la primera visita a Las Tablas de Daimiel, en día nublado y de aire frío, recorro de nuevo los senderos del humedal, senderos que ahora, en esta ocasión cuentan en sus bordes con los follajes verdosos de los tarayes, sauces y álamos, los erguidos carrizales y espadañas y toda la vida animal que la época –primeros de mayo- permite observar a pie de pasarela, garcillas, fochas, patos colorados, ánades, algún solitario galápago y frecuentes bandadas de aves que surcan los despejados espacios del ecosistema. Y cómo no, las tonalidades primaverales que, atrevidas, inundan los espacios circundantes a través de la abundante vegetación.
Las tablas siguen siendo admirables, pero de una visita a otra, el nivel del acuífero ha descendido y la rasante del agua se aleja de la de las pasarelas, pero permitiendo aún el anidamiento y la reproducción de algunas de las especies que lo habitan.
2 comentarios:
Bien aprovechada la ruta...
Saludos.
Gracias, Anzaga, por su comentario y visita al blog. Le agradezco su seguimiento. Saludos. Degahete
Publicar un comentario